Nacido en Mérida, Yucatán el 17 de noviembre de 1887,
tuvo 7 hermanos siendo hijo de Juan Pérez Camarena. Realizó estudios en el
Conservatorio Nacional de España y también en Paris, Francia. Inicio su carrera
artística en Mérida, donde fue director de orquesta y actuó como compositor de
obras teatrales. Fue musicólogo y literato. Estuvo casado en tres ocasiones.
En la ciudad de México hizo su carrera profesional en el Conservatorio Nacional de Música y se trasladó a Tampico Tamaulipas donde residió hasta 1933 cuando mudo su domicilio a Ciudad Victoria, donde se le nombro catedrático de la Escuela Normal y Preparatoria y compuso la música de la “Marcha normalista”. Fue maestro en teatro y educación estética.
En la obra de Carlos González Salas Tampico es lo azul en su capítulo llamado De música y músicos: canciones y danzas (p.469), encontramos una carta de Doña Edelmira Rivera Monroy escrita desde Puebla de los Ángeles al autor recordando sus estudios bajo la tutela del maestro Álvaro Pérez y Pérez, y citando en palabras de Doña Edelmira un fragmento de su carta:
“Diré como usted: Tampico es mi ciudad; así como Ciudad Madero mi ciudad natal; de ellas, como buena tamaulipeca voy a relatar y evocar su música, canciones, danzas y bailables de mi niñez y juventud, recordando así a personajes inolvidables, que dieron forma a Tamaulipas con su música y sus cantos.
También como en otros tiempos, los niños de ayer teníamos maestros de canto, baile y danza.
Recuerdo con gran cariño a los profesores Álvaro Pérez y Pérez, Leobardo Pérez, don Rafael Pérez y Pérez, así como a la profesora Tamayo; ella de danza y baile. Eran todos incansables pues no solamente daban clases en las escuelas de Ciudad Madero, sino en Tampico, en escuelas de gobierno y colegios particulares.
Son dignos de recuerdo y alabanza porque fueron maestros de tantos y tantos niños. Himnos, canciones, rancheras, coros al compás del piano que ejecutaba a las mil maravillas don Álvaro Pérez y Pérez.
¡Qué buenos e incansables fueron nuestros maestros! Nos enseñaron a amar a Tamaulipas. Con gran emoción entonábamos el “Himno a Tamaulipas”.
Con resonantes voces y bien acoplados al piano, empezábamos así: “Viva Tamaulipas, altiva y heroica/ la región que dormita a la margen del rio./ Cantemos un himno de amor y libertad./ Y todo Tamaulipas vibre a la voz de libertad.”
Como en uno de sus versos dice el himno, los niños nos henchíamos de amor y de emoción por nuestra tierra.
También cantábamos “El cuerudo tamaulipeco”. Y recuerdo una cancioncilla ranchera que decía así: “En las verdes praderas/ que el Pánuco baña/ alza mi linda cabaña/ y desde lejos suele semejar/ una mujer que se fuera a bañar/ y abren los lirios su cáliz triunfal/ dando a la luna su rostro a besar./ Ven conmigo a mi cabaña/ donde todo es paz;/ en Tamaulipas amamos mejor./ Ven conmigo y lo verás.”
Bailábamos también alegres huapangos y bonitas danzas.
Por Navidad, don Álvaro Pérez montaba hermosos cuentos musicales relativos a la festividad, con cuadros muy vistosos de juguetes, muñecos, arbolitos de Navidad, trompos, Santa Clauses, representando cada juguete niños vestidos y otros personajes, armonizados con tierna música.
Don Leonardo Pérez y don Rafael Pérez también contribuían para el mejor esplendor de estas fiestas.
Los arbolitos de Navidad representados por niños y niñas cantaban así:
Entre mis ramas,
cual festones
que se enguirnaldaban
sin cesar,
llevo millares de ilusiones
para los niños obsequiar.
Especial recordación merece el maestro Álvaro Pérez; una calle de Tampico lleva su nombre. Conocimos a su hijita Elenita Pérez; desde su niñez, destacó en danza y ha sido después, en el puerto, maestra muy estimada en el IRBA.”